La oposición rosqueando y el oficialismo armando

Panorama político formoseño.
El pasado viernes se venció el plazo oficial para el reconocimiento de alianzas, lemas y sublemas de cara a las elecciones provinciales del próximo 29 de junio. En esa fecha, la ciudadanía formoseña elegirá nada menos que 30 convencionales constituyentes, 15 diputados provinciales y concejales en todos los municipios.
Un escenario político que no solo refleja el ritmo institucional de la democracia formoseña, sino que, una vez más, deja al descubierto una verdad insoslayable: el Partido Justicialista, encabezado por el gobernador Gildo Insfrán, mantiene intacta su cohesión, mientras que la oposición no logra superar su naturaleza errática, personalista y cortoplacista.
Cuatro lemas lograron oficializarse: el Partido Justicialista, la Confederación Frente Amplio Formoseño (compuesta por la UCR, el MID, el Partido de Libertad, Trabajo y Progreso, Nuevo País y el PRO), el Movimiento Libres del Sur, y La Libertad Avanza (LLA), que finalmente irá sola, en una decisión que marca distancia con cualquier intento de construcción colectiva.
Es en este punto donde se revela el verdadero problema: mientras el justicialismo renueva su alianza con base territorial, estructura consolidada y un proyecto político que trasciende cada elección, la oposición volvió a caer en su propia trampa. Priorizaron —una vez más— las ambiciones personales de sus principales referentes, condenando a sus votantes a elegir entre fragmentos, egos y promesas sueltas.
Un dato político de peso que evidencia esta diferencia es el retorno del intendente de Laguna Yema, Nilton Werning, a las filas del oficialismo. Su paso fugaz por la oposición no solo dejó en evidencia que fuera del Partido Justicialista no hay estructura ni respaldo político, sino que desenmascaró un modus operandi: el de captar dirigentes para la foto en Buenos Aires y luego dejarlos solos, sin gestión ni herramientas. Werning fue usado como “trofeo” por figuras como Atilio Basualdo, Francisco Paoltroni y Gabriela Neme, quienes lo mostraron en Casa Rosada para ganar puntos nacionales, pero nunca lo ayudaron a resolver los problemas de su comunidad. Sin asistencia del gobierno nacional, el intendente volvió a donde está el único proyecto que sostiene a los municipios aún en tiempos difíciles.
La decisión de Werning reabrió un interrogante que sacude silenciosamente al resto de los dirigentes díscolos: ¿vale la pena abandonar el Modelo Formoseño por promesas de poder que duran lo que dura un posteo en redes sociales? Atilio Basualdo, intendente de Las Lomitas, parece atrapado en esa duda. Con más de dos años de gestión por delante, decidió abandonar definitivamente a los lomitenses a su suerte y busca desesperadamente un salvavidas político personal. Coquetea con Gabriela Neme, Adrián Bogado y hasta con el expulsado senador Paoltroni, pero al mismo tiempo estrecha lazos con La Libertad Avanza, con la esperanza de que los libertarios formoseños sean la llave para que la Casa Rosada le ofrezca algo de oxígeno. La moneda de cambio es clara: su apoyo, su estructura y “la plata para la campaña”, a cambio de una banca legislativa para su hijo. Hoy, quienes parecen dispuestos a pagar ese precio son los libertarios, que no tienen ni candidatos ni presencia territorial en el interior.
Este clima de incertidumbre y negociaciones desesperadas es el que impidió un acuerdo unificado de la oposición para estas elecciones. Cada actor tiene su propia agenda. Gabriela Neme, por ejemplo, logró neutralizar las aspiraciones mayores de Adrián Bogado —con quien comparte espacio— para consolidar su propio sueño: convertirse en diputada nacional. Con ese objetivo, multiplica viajes a Buenos Aires, teje relaciones, promete ayuda, pero hasta ahora todo se reduce a gestiones de papel. Para no dejar vacante su espacio local, busca ubicar a su hijo como cabeza de lista en el Frente Amplio, pero esta jugada genera resistencias. Muchos no están dispuestos a legitimar lo que consideran un manejo familiar del poder opositor.
Por otro lado, el intento de alianza entre Fernando Carbajal y Francisco Paoltroni terminó siendo otro episodio más de un guión repetido. La falta de acuerdos programáticos y el choque de estrategias personales hicieron fracasar el pacto antes de que tomara forma. Paoltroni no disimula su necesidad de volver al redil libertario, del cual fue expulsado tras enfrentarse con el asesor Santiago Caputo. Su objetivo no es Formosa, sino regresar al favor presidencial. Carbajal, en cambio, se mantuvo firme: su límite es Milei y también Insfrán. Esa línea discursiva lo aísla y lo deja en una posición testimonial que no seduce ni suma voluntades.
Así, la oposición se presentó al cierre de lemas con fracturas internas, recelos cruzados y sin un liderazgo claro. Cada cual cuidando su quintita, buscando posicionarse para el día después, mientras el peronismo avanza con una hoja de ruta ordenada, coordinada y validada en las urnas. La reciente victoria aplastante en Clorinda, donde el PJ cosechó más del 83% de los votos, fue un golpe de realidad para quienes esperaban que ese comicio marcara el inicio de un supuesto desgaste del gobierno. No ocurrió. Al contrario, fue una ratificación de que el Modelo Formoseño goza de buena salud y que la confianza popular sigue del mismo lado.
Lejos de la improvisación, el gobernador Gildo Insfrán y su equipo recorren permanentemente la provincia, gestionan, inauguran obras, refuerzan derechos. No hacen campaña: hacen política con resultados. Y cuando llega la hora de votar, eso se nota. Si la oposición esperaba que la ciudadanía clorindense les enviara una señal de apoyo o hartazgo hacia el oficialismo, se encontraron con un mazazo electoral que los devolvió a la dura realidad: los formoseños eligen lo que ven, no lo que les prometen.
Mientras el peronismo formoseño construye desde la acción, la oposición sigue atrapada en su propio laberinto. Divididos, sin propuestas superadoras, con dirigentes más preocupados por su futuro personal que por un proyecto común. A medida que se acerca el 29 de junio, la pregunta es cada vez más incómoda: ¿puede la oposición ofrecer algo más que denuncias, egos y candidaturas heredadas?
El tablero está en juego. Y como viene sucediendo hace tiempo, Gildo mueve primero y mejor. La oposición, mientras tanto, sigue buscando las piezas.