El Estado presente que no quieren ver

Por Elio Albarenga
“A mí el Estado no me da nada”, repiten algunos con total seguridad, mientras caminan por calles asfaltadas gracias a la inversión pública, toman agua potable que llega a sus hogares gracias a las obras del Estado y llevan a sus hijos a las escuelas y universidades públicas que garantizan educación gratuita. En Formosa, esta afirmación es aún más paradójica, porque si hay algo que define a la provincia es la presencia activa del Estado en cada rincón.
En un contexto nacional de ajuste y desfinanciamiento, Formosa sigue sosteniendo la salud, la educación, la infraestructura y el desarrollo productivo con una clara decisión política que nadie quede afuera. La red de hospitales y centros de salud gratuitos, la entrega de viviendas y los programas de apoyo a pequeños productores son solo algunos ejemplos del Estado presente que algunos se niegan a reconocer.
El problema no es que no lo sepan, sino que han comprado el discurso de quienes quieren que lo olviden. La demonización del Estado es funcional a quienes buscan desmantelarlo. No es casualidad que los que más critican el gasto público sean los que nunca pisaron un hospital público porque pueden pagar una prepaga o los que creen que la educación debe ser solo para quienes puedan costearla. Mientras tanto, en Formosa, miles de jóvenes se forman en la Universidad Provincial de Laguna Blanca, los hospitales siguen atendiendo sin preguntar si tenés obra social y los pequeños emprendedores encuentran respaldo en programas de financiamiento estatal.
Lo que muchos no entienden o no quieren entender es que la presencia del Estado no es caridad, es una cuestión de derechos. No se trata de “regalos” sino de un modelo de provincia que apuesta a la inclusión en lugar de la exclusión. Aquí, la educación es pública porque se entiende que es un motor de movilidad social, la vivienda es un derecho y no un privilegio de unos pocos y la salud no es un negocio sino una responsabilidad colectiva.
Porque cuando el Estado desaparece no desaparecen las necesidades, simplemente aparecen los que lucran con ellas. En lugar de hospitales públicos, clínicas privadas impagables. En lugar de educación gratuita, colegios exclusivos para quienes puedan pagar. En lugar de obras públicas, barrios abandonados a su suerte.
Por eso, cada vez que alguien dice “el Estado no me da nada”, la respuesta en Formosa es clara, el Estado está presente, lo que pasa es que no querés verlo.